Con un suspiro vi como se iba. Respire profundamente y jure que no iba a llorar. No pude cumplir mi promesa, solo dos segundos y rompí en llanto. No podía creer como aquel que había pasado tanto tiempo a mi lado, ahora se alejaba lentamente de mi. Como lo perdía... Era un latigazo a mi corazón, un dolor indescriptible. Ya no estaría allí para mi, no como había estado tiempo atrás. Bese mi mano y sople en la dirección en la que se marchaba, quizás para que sienta aun el cariño que le tenia. Cerré los ojos, mire a mi interior y vi el dolor que me agobiaba. Envolvi mi mano en un puño y volvi a abrir los ojos, solo para observar mi cara en el espejo, empapada en lagrimas y con cada faccion arrugada, pálida, adolorida. Respire profundo. No quedaba otra salida, me sentia diferente. No era rencor, no era odio. Era como cuando un niño tiene un globo, mira al cielo y lo deja ir. Esa era la sensacion. Tal vez era demasiado para mi, tal vez no. Con mis años, no puedo determinarlo todavia. Pero de una cosa estoy segura... esta bien dejarlo ir.
martes, 14 de abril de 2009
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